Entonces también suelen caer las piedras por las altas chimeneas, y se escuchan los quejidos de almas en pena, que piden misas y gritan a los vivos parientes (quizá dentro de la consciencia), con voz vibrante y quejumbrosa : ¡restituíd!
Los fuegos fatuos, que se observan en el atrio de las iglesias, simulan paseos nocturnos de fantasmas. Se oyen lejanos y tenues los cantos funerales de la célebre santa compaña.
Buscando fotos de Galicia en 1910, me encontré la imagen de un libro que se vende actualmente por 400 euros. Este libro se titula "Supersticiones de Galicia" y fue escrito por el médico Jesús Rodríguez López. Rapidamente busqué en la hemeroteca Galiciana sobre el libro. Me llevé una sorpresa cuando encontré que el libro había sido prohibido en su primera edición por la iglesia en 1895.
El prelado de Lugo declaró perniciosa para la fe la lectura del folleto titulado "Ligeros apuntes sobre las supersticiones de Galicia", prohibiendo, por tanto, su lectura en aquella Diócesis.
El autor había publicado un aviso en "El Regional" manifestando que no podía servir más ejemplares a los libreros y al público hasta que consultara con inteligentes doctores en Teología y Ciencia cristiana, y eliminaran de su obra lo que había sido motivo u ocasión de la censura que pesaba sobre ella. Añadiendo que sentía que la precipitación con que escribió el libro y su insuficiencia en asuntos religiosos, fuera causa de que contuviera pensamientos dignos de la censura católica.
Este acto de sumisión y obediencia, decía el diario de Galicia, hacía honor a los católicos sentimientos del sr. Rodiguez López, que no se avergonzaba en decir "si erré fue por ignorancia, antes que todo soy católico, obedezco a mi Prelado".
El diario que decía ser católico e independiente terminaba diciendo : Sirva esto de ejemplo a los Odones que andan por esas Universidades sin freno que los detenga.
El lucense diario católico de la tarde Num. 3282 15-10-1895 1El regional diario de Lugo Num. 4517 12-10-1895
El manuscrito estaba destinado al certamen literario de Monforte de los escolapios; pero la censura eclesiástica de aquel Jurado no lo dejó pasar. El regional decía que no sabía porque había sido censurado.
El regional diario de Lugo Num. 4517 12-10-1895 2También decía que si Jesús hubiera eliminado de su libro los capítulos Culto superfluo y Culto indebido, el manuscrito hubiera pasado al Jurado de Monforte sin impedimento alguno de la censura eclesiástica. Censurar los extravíos de sacerdotes y religiosos, fue siempre tarea no solicitada y permitida, sino hasta beneficiosa. San Bernardo, Pedro de Blois, Torres Navarro, Francisco de Osuna, Pablo de León, y en nuestro siglo a Larcordaire, Manmus, Menendez Pelayo y otros. Si copiáramos algunas palabras de estos escritores eminentes católicos se escandalizarían algunos de sus lectores y comprenderían que algo por lo menos razonable guió la pluma del Sr. Rodríguez López al escribir esos dos capítulos, únicos que tal vez pudieron ser piedra de escándalo para la censura eclesiástica de Monforte.
Fuera de estos dos capítulos, no encontraba en el libro si no motivos de alabanza y una tendencia moralizadora que merecía todo género de encomios, decía El Regional.
El autor fiel a la religión en que había nacido, no negaba la posesión diabólica, pero ridiculizaba y fustigaba a aquellos de quienes habla Vallesio. Resulta de todo lo dicho ser verosímil, que muchos de los que son llevados a los exorcistas en opinión de que tienen el demonio, no tienen el demonio si no algunas de las enfermedades antes mencionadas, y que por falta de consejo, intentan sin efecto otras curaciones, los llevan a que los exorcicen. Y este es uno de los capítulos más curiosos y chispeantes del libro, jocoso de buena ley y satírico, pero de una sátira fina y sana, género en el cual había demostrado el autor ser un verdadero maestro. El que escribió esto decía ser su amigo.
La creencia en el poder de los amuletos, las brujas y hechicerías es muy antiguo y muy arraigado, a tal punto que ya Sixto IV tuvo que condenar la osadía de aquellos que dirigían consultas a los demonios, además de ser considerada la magia como un crimen de carácter mixto.
Una de las partes más graciosas del libro habla sobre unos papelitos que escribían algunos sacerdotes y encerraban en una bolsita, que luego se ponían al cuello los crédulos a modo de escapulario. Esto decía uno de esos papelitos :
"Se exhorta a todos a llevar consigo esta Santa bendición, por que SE SABE POR EXPERIENCIA que es maravillosísima contra los demonios, tentaciones, RAYOS, PESTE, mal del corazón, peligros del mar, asechanzas de enemigos, TEMPESTADES, INCENDIOS, DOLORES DE PARTO, CALENTURAS, MUERTES REPENTINAS, y contra otros innumerables males y peligros"
Una vez leídos los capítulos de la discordia, en la segunda edición del libro y que se citan en "El Regional", no parece que Jesús se cortase mucho criticando a la iglesia. Parece que el habló con un católico más razonable que le aconsejó pedir esas disculpas, quitar alguna cosa y publicó el libro sin muchos obstáculos. Quizá una maniobra ingeniosa que a su vez fue provocativa en un primer momento, presentando la obra al certamen del que seguro era conocedor de tan peculiar jurado.
En el libro se puede leer relatos sobre enfermos de rabia que son llevados de un lugar a otro con intención de quitarles el dinero, en la creencia de que una llave incandescente puede cauterizar sus heridas y el médico explica la forma más conveniente de hacerlo. También nos hablan del comercio de vestimentas, un tanto carnavalescas, para asistir a las misas que se revendían, después de ser utilizadas por personas enfermas con llagas en la piel, y otras supersticiones que tenían los feligreses de las iglesias. Jesús instaba a los religiosos más instruidos a explicarle a los fieles que estas prácticas no funcionaban y eran mentiras.
El libro también relata muchas prácticas que ahora nos suenan aberrantes y eran llevadas a cabo por el pueblo supersticioso y no son agradables de leer. Muchos creyentes de hoy posiblemente se llevarían las manos a la cabeza si leyeran lo que hacían sus predecesores, movidos por las mimas creencias que comparten con ellos. El mundo evolucionó y por suerte, las supersticiones también lo hicieron.
La parte del libro censurada hablaba curiosamente de un cura medio brujo. Contaba que existía la superstición de bendecir con exorcismos las lombrices y otras enfermedades por los sacerdotes revestidos de estola y cierto aparato que hacía más ridícula tamaña tontería.
Jesús contaba que en Lugo existía un cura muy afamado, tenido por medio brujo, que se prestaba a esta clase de exorcismos. Varias personas que lo habían visto, le contaran a Jesús, que tenía colgado en la mitad del techo de su habitación, un cuadro de la Virgen de los Dolores y que mandaba arrodillar al paciente delante de la imagen, mientras él estaba diciendo el exorcismo por un libro. Si la Virgen se volvía de espaldas, era señal de que había poca esperanza en la curación. El tal cura, tenía una criada muy hábil que daba, según convenía, vueltas al cuadro desde el 2º piso. En ocasiones, la Virgen agradecía algún regalito que le traían al cura y ya no se volvía de espaldas. Jesús hacía referencia a instrucciones que con los enfermos, tenían algunos sacerdotes atrevidos, que podían calificarse de ingeniosas.
Con el intento de censura, es posible que Jesús constatara, que no solo los obispos estaban al tanto de estas prácticas, si no que les parecían unas prácticas que los avergonzaban, hasta tal punto que era mejor censurar cualquier escrito que hablase de ellas. Pero el fue más astuto y consiguió perdurar en el tiempo.
En la wikipedia nos cuentan que en 1895 tuvo un choque con la Iglesia Católica a raíz de la publicación "Supersticiones de Galicia". Presentó su obra a un concurso literario musical convocado en Monforte de Lemos por los escolapios. Aún que su trabajo no fue admitido por el jurado mediatizado por el obispado, que debía velar por la ortodoxia de las obras que se presentasen al certamen, el médico lucense fijó publicarlo en el verano de ese mismo año. El obispado lucense prohibió su obra a los tres meses, en octubre, sin importar que contaba con un informe favorable de Antonlín Lopez Peláez, hombre de gran peso intelectual en los medios católicos. López no se dio por vencido y consiguió una entrevista con el obispo, Benito Murúa, quien le convenció de que los ritos católicos no constituían supersticiones. Logró así obtener una autorización eclesial para una segunda edición, a la vez que el médico reformaba sus informaciones sobre la calidad supersticiosa de ciertas prácticas religiosas.
La segunda edición que fue permitida, habla de procesos inquisitoriales contra supuestas brujas. Una recopilación de las prácticas de los supuestos curanderos, leyendas, cuentos, poesía... En esta segunda edición no parecía que se estuviera moderando mucho con los creyentes.
Perteneció al partido liberal lucense, siendo concejal del Ayuntamiento de Lugo (1900-1903) y segundo teniente de alcalde en 1902. Fue secretario (1906) y presidente (1912-1916) del Orfeón Gallego. En 1912 asistió en San Sebastián al Congreso Médico Internacional de Tuberculosis y en 1915 fue elegido presidente de la Liga de Amigos.
Perteneció a un grupo de universitarios que deseaban el progreso de Galicia y su cultura, propagando las ideas regionalistas y el idioma gallego, que defendía en sus escritos. En sus poemas, relatos y novelas costumbristas retrata el mundo rural de su entorno. Su experiencia como médico y sus conocimientos le llevaron a combatir las supersticiones y aquellos procedimientos de la medicina popular ineficaces en la curación de las enfermedades por carecer de fundamento científico.
El día anterior los periodistas estuvieran en la aldea de Cobas, de la comarca de Bertamiráns, donde un vecino aseguraba haber visto un raro artefacto. A él le había parecido en principio que era un platillo volante. Sobre esto, Jesús Rey Alvite, había basado la información que el día anterior publicaran en "El Correo Gallego".
Los periodistas decían que no fueran a Cobas con el propósito de desentrañar el misterio.
Regresaban de Brión, a donde les había llevado otra misión periodística, y creían oportuno desviarse de la ruta.
El coche avanzaba con cierta facilidad por un camino vecinal que se bifurcaba de la carretera de Bertamiráns. Pero nada más que unos quinientos metros. Desde allí, pie a tierra, y camino adelante por senderos bordeados de pinos y de maizales.
Nunca hubieran acertado con la aldea de Cobas si el joven José Zarauza Vázquez, de Bertamiráns, no se brindara a guiarles al fotógrafo de Arturo, Manolo Novoa y José Rey F. Alvite.
Las mujeres que iban encontrando por el camino decían que tendrían que andar un kilómetro. Pero el kilómetro de los aldeanos sospechaban que es siempre de tres mil metros, porque aquella distancia parecía que no daba acabado...
-¿Oyó usted algo de un platillo volante?
Y la mujer del camino, el viejo labrador o la mocita contestaban encogiéndose de hombros. Alguna vez decían, por ejemplo:
-¡ Vay, vay! ¡ Que sei eu de esas leiras...! - Vete, vete, Que se yo de esas cosas...
A unos cuantos metros del caserío de Cobas, con el sudor mojandoles la frente en la hora caliente de las dos y media de la tarde, tres niños clavaron en ellos sus grandes ojos. Empezaron a ladrar unos perros. Las criaturas salieron espantadas. Se les ocurrió pensar que si ya esos niños sabían de la posible existencia de platillos volantes. ¿Tendrían ellos aspecto de marcianos, de tripulantes de esos artefactos que argumentan narraciones más o menos fantásticas?
En el camino alguien les dijo que la Guardia Civil había estado viendo al hombre que afirmaba haber visto lo que pudiera ser una extraña aeronave.
- ¡Dios nos axude, esto seica e cousa do demo! Agora veñen outros dous homes.
- ¡Dios nos ayude, esto se que es cosa del demonio! Ahora vienen otros dos hombres-refunfuñaba una mujer, al tiempo que se metía dentro de su casa.
No iban a descubrir nada nuevo seguramente. Pero tenían curiosidad por hablar con el hombre de la visión...
Habitaba una casa de labradores de buen aspecto.
Pasaron a un pajar. Allí les saludó, entre ladridos de perros, a Benedicto Rodriguez Villacoba, de cincuenta y tantos años de edad. Hablaba con inconfundible dejo suramericano.
-He estado en Buenos Aires durante treinta y un año-les dijo, para aclarar la cosa- y de allí regresé el 3 de mayo de este año con mi esposa y un hijo de veintiocho años. Somos nativos de acá mismo.
A lo que iban plantearon el tema.
-¿Cuando y donde ha visto el extraño artefacto...?
- A través de las gafas, que no aparecen en la fotografía que luego les facilito, Benedicto Rodriguez Vilacoba les miraba fijamente, con mucha serenidad. Y comenzaba el relato.
- Estaba en la cortina en navidad, en la agra de "Villancicos". Había ido allí a cortar el senseno, o sea la cabeza del maíz. Eran las cuatro y media o cinco de la tarde. Nadie se encontraba en el maizal más que yo. Sentí de pronto un zumbido intenso, que iba acercándose y aumentando en fuerza... Me incorporé. Miré hacía arriba y en un momento he visto un objeto redondo, como de algo más de un metro de diámetro y con una altura de un metro, aproximadamente.
-¿Que color tenía? ¿Apreció usted alguna otra característica exterior?
-El color era rojizo...¿como le diría yo?... Tiraba al color que tienen las vacas.
-¡Pero no sería una vaca que saliera inopinadamente por los aires!-repusieron.
-Observé que se envolvía en una densa nube de polvo... La tierra estaba reseca.
-¿Notó usted algún efecto de remolino, de aire agitador?
-No. Le aseguro que en aquellos momentos me agarró una fuerte impresión.
Cuando desapareció el extraño objeto, con el mismo zumbido, me acerqué hasta el punto donde había caído y observé que los maices estaban cortados unos y tumbados otros.
Eran, calculo yo, unas setenta plantas, una especie de circulo. Y en la tierra aparecían huellas como de ruedas, de unos cuarenta centímetros.
Volvieron a insistir en la pregunta:
-¿Y no ha podido usted apreciar más características del aparato...?
-Soy algo corto de vista, por eso uso lentes y además la altura del maíz no me permitía verlo bien.
-¿Que hizo despues?
-Di cuenta de lo ocurrido a la Guardia Civil de Brión. Hoy estuvo acá un oficial de la Guardia Civil a interrogarme. Le dije lo mismo.
Por muchas vueltas que le dieran al tema, el no añadía nada nuevo. Pero el resumen de todo era su firmeza al afirmar lo que había visto esa tarde.
Antes de despedirse de el, para retornar por el kilómetro aldeano de los tres mil metros, preguntaron a Benedicto Rodríguez Vilacoba:
-Cuando usted residía en la Argentina, ¿oyó hablar mucho de platillos volantes o ha leído algo sobre estos...?
- Igual que cualquiera: cuando se decía que habían sido vistos en Colombia, por ejemplo.
Bien, pues en este punto acababa la entrevista. El señor Rodriguez Vilacoba no puso inconveniente en acceder a su deseo de ilustrar esta nueva información sobre el supuesto platillo volante visto en Cobas con una, fotografía personal suya.
-¡Vayan ustedes con Dios!-les despidió en la cancilla mientras los perros seguían ladrando.
Al final de la entrevista el periodista decía - Nosotros no les contamos a ustedes historia fantástica alguna. El reportaje es fiel reflejo de la entrevista que acabamos de realizar en Cobas.
El Correo gallego, diario político de la mañana, Número 26731 - 1959 agosto 13
La pota de caldo voló por el aire. Cayó una porción de piedras sobre la cocina. Una familia aterrorizada por los extraños fenómenos. Reportaje por Jose Rey F. Alvite - Fotografía Santiso.
En
la parroquia de Arines, muy próxima a Santiago, ocurrían hechos muy
extraños que se atribuían a un ser misterioso, a un "duende" o a cosas
del Demonio en 1964.
Les oyeron comentar insistentemente el último sábado. Daban sensación de seriedad. Incluso el miedo se reflejaba en los rostros de quien lo contaba.
- Esto tiene que ser cosa del Demonio. No vi nada igual. Caen piedras, se abre la puerta sin que haya viento o salen las potas volando.
Les invitaron a que pasaran al interior. No se veía nada, entre la impenetrable oscuridad y el deslumbramiento que les había producido tanta luminosidad solar en el exterior. No tenían luz eléctrica. Potas, platos y demás cosas de la cocina, en completo desorden.
- Bueno, ¿y qué ha pasado en todos estos días?
- Verá, señor. Empezaron a caer unas piedras como éstas que aún ve aquí. ¡Llenaban un cesto!
- Las tejas están enteras. ¿Y por qué se abría la puerta, si no hacía viento ninguno?
Por más que insistieron en disuadirles de la creencia de tal posibilidad, tanto el muchacho como sus familiares afirmaban.
.- Estábamos sentados aquí, al pie del fuego, cuando la pota de caldo voló por el aire y fue a parar allí...
-Les habrá parecido..
- ¿Y luego los trespiés?
Al tiempo que lo contaba, el muchacho levantó los trespiés de la cocina de piedra hasta la altura de su cabeza.
El miedo se apoderó de ellos y avisaron a sus familiares que viven en la parroquia. Pidieron la compañía de varios vecinos para que pasaran la noche con ellos en la misteriosa y rústica vivienda...
Presas de tal impresión, no hacían más que rezar el Santo Rosario, mientras seguían cayendo piedras y más piedras, los platos y las tazas cambiaban de sitio...
Les hicieron ver que las cucharas se movían entre sus manos de forma también misteriosa.
No tenían ni la más remota esperanza de que el "Duende" se hiciese notar en su presencia.
El Correo gallego, diario político de la mañana, Ano LXXXVI Número 28094 - 1964 febrero 4
Les preguntaron si el domingo notaran algo raro, pero respondieron que no.
No quisieron comentar que el "Duende" observase el descanso dominical en el estricto sentido de la palabra. No les parecía muy humano bromear con aquellos atemorizados vecinos a costa de sus zozobras.
En los primeros días fueron a contarle al cura lo que pasaba. Según les informaron, a petición de los vecinos de la casa misteriosa de Arines, fue a bendecirla.
Lo que más le llamó la atención a los periodistas fue la firmeza con la que afirmaban todas esas cosas extrañas.
Pocas horas después, la noche envolvía el rústico caserío.
Al bajar la carretera, se encontraron con un labriego anciano. El no creía. Les dijo que hacía varios años, en otro lugar de la comarca, un hombre hacía ensayos de magia y su "arte" llegó a tener preocupados a los vecinos.
- Pero aquí no hay magia -concluía- sino que los de la casa de "A costa" no ven a nadie.
La Noche - único diario de la tarde en Galicia - Ano XLV Número 13161 - 1964 febreiro 4
El Correo gallego, diario político de la mañana, Ano LXXXVI Número 28094 - 1964 febrero 4
Este y otros casos puedes encontrar en este artículo:
http://www.terramaxica.es/2024/06/el-negocio-de-los-duendes-supuestos.html
Mr. Hetherington descubrió que la casa donde habitaba con su familia se hallaba encantada por la presencia de los duendes, unos masculinos y otros femeninos, lo cual resultaba extremadamente peligroso porque podían gustarse, contraer matrimonio, tener descendencia y llenar el inmueble de duendecillos y de duendecillas con las consiguientes molestias que forzosamente causarían al vecindario si heredaban el espíritu travieso de sus padres.
Si a Mr Hetherington le preguntaban sus vecinos como se las había ingeniado para averiguar que uno de los duendes era macho y otro hembra, contestaba:
-Muy sencillo, porque uno se llama George y el otro Georgina. ¿Conocéis vosotros alguna mujer que se llame George?
-No...
-¿Y algún hombre que se llame Georgina?
-Tampoco.
-¿Entonces?...
Ante tales razones, los inquilinos aceptaron que un duende era macho y otro, hembra, y ni los más escépticos creyeron que la cosa no estaba suficientemente aclarada, por lo que no llevaron más lejos sus indagaciones absteniéndose de preguntar a su vecino si los duendes les habían enseñado sus partidas de nacimiento o por lo menos, sus carnets de indentidad.
George y Georgina eran duendes poco serios. No tenían categoría de fantasmas y, por eso, no podían andar metiendose en unas sabanas o agitando cadenas de una parte a otra. Claro que si fuesen fantasmas no vivirían en una casa de vecindad, sino en un castillo.
George y Georgina se manifestaban extraordinariamente turbulentos. Se pasaban el día y la noche haciendo diabluras.
Una de las bromas más pesadas consistía en despertar a los vecinos tirandoles del pelo. Bajaban la escalera tropezando con todo el mundo; en cuanto las mujeres se descuidaban se bebían su leche; no solo no tenían ninguna afición a la música, sino que la aborrecían. Habían estropeado todas las radios del inmueble y tiraron un acordeón por una ventana.
No es cierto que los duendes sean abstemios. Por lo menos George y Georgina no lo eran. Cuando bebían "whisky", en vez de ponerse a cantar el "God save the Queen" o el "It is Longweis", como todos los borrachos que se respetan, se transformaban en ranas.
Esta metamorfosis, en opinión de Mr Hetherington, constituía un mal ejemplo que entrañaba un peligro grave, pues si a todos los que les gusta el "whisky" les da por transformarse en ranas, Inglaterra iba a parecer un pantano.
Georgina era más irascible que George. Se entretenía en romper las vajillas.
El juez Hammersmith, había condenado a la dueña del inmueble a que rebajase los alquileres a la tercera parte. En lugar de libra y media semanal, que pagaban por el arriendo, en los sucesivo pagarían solamente media libra.
Como fallo incongruente estaba bien. Pero lo bueno es que la propietaria se había conformado con la sentencia. La primera semana pasó el correspondiente recibo de media libra e inmediatamente presentó una demanda de desahucio contra todos los vecinos de la casa, basándose en una cláusula del contrato de inquilino que prohibía tener subarrendados, a los propios inquilinos.
Nuevo fallo judicial, contrario a la propietaria. En opinión del juez, los inquilinos no habían subarrendado nada a nadie. Se trataba de unos huéspedes molestos que se les habían metido en la casa contra su voluntad, y de los que no solo no percibían un solo penique, sino que les causaban perjuicios de tipo económico al beberse la leche y el whisky; estropeaban las radios, rompían la vajilla y tiraban acordeones por la ventana.
Otra demanda de la dueña, solicitó que desde el momento en que se reconocía que ni George ni Georgina pagaban rentas, era la justicia a quien competía desahuciarles, en todo caso, y teniendo en cuenta la escasez de viviendas, que se les obligase a que abonaran la diferencia que había entre la libra y media que pagaban y la media libra que abonan actualmente.
Finalizaba la noticia diciendo : La verdad es que ni durante mi permanencia en el manicomio de Oviedo, vi ni oí nada tan manicomiable.
El pueblo gallego, rotativo de la mañana, Ano XXXV Número 11719 - 1959 agosto 7
Este y otros casos puedes encontrar en este artículo:
http://www.terramaxica.es/2024/06/el-negocio-de-los-duendes-supuestos.html
En este artículo recopilaré otros recortes de prensa de supuestos "duendes". Los casos eran variados y ocurrían también en otros países con alguna diferencia y similitud. En 1935 El Ideal Gallego publicaba la siguiente noticia.
EL NEGOCIO DE LOS DUENDES.
Era objeto de apasionados comentarios la "aparición" de un duende en el cercano pueblo de Lajosa.
Decían los crédulos que nunca faltaba que en casa de dicho pueblecito ocurriese algo anormal, movimiento de muebles, caída de piedras, que unas veces hacían ruido y otras no, manantiales de arena en plena habitación, etc., etc.
El 25 de Febrero de 1935, se trasladaron numerosas personas a dicho pueblo, utilizando los servicios de autobuses, pero... no había nadie quien pusiera de acuerdo a los que decían que veían esas cosas raras.
El Ideal gallego - diario católico, regionalista e independiente - Ano XIX Número 5495 - 1935 febreiro 26Como nos los contaron...
¿Un duende en Lajosa?
Un día se tuvo noticias en esa ciudad de que en una casa cercana del pueblo de Lajosa, ocurrían cosas raras, que hacían creer en la presencia de "duendes".
Contaban los que fueron allí y estuvieran en la "casa encantada", que había ruidos, piedras que no hacían ruido al caer, arena que surgía del suelo, etc.,etc.
Los comentarios eran, a cual más sabroso, para todos los gustos.
La voz de la verdad, diario católico con censura eclesiástica, Ano XXV Número 8317 - 1935 febreiro 24En Inglaterra también pasaban cosas similares. En 1918 el periódico "El Correo de Galicia" decía:
En una carretera inglesa aparece un "duende que es un guasón" 1935
Hacía detener los coches y cuando lo conseguía desaparecía.
En la carratera de Barnet, cerca de South Mimms(Hertfordshire) había aparecido un duende que se dedicaba a hacer parar a todos los vehículos que pasaban por ella.
Richard Turpin
El lugar era precisamente donde en el siglo XVIII, el célebre salteador de caminos Dick Turpin detenía a diligencias y desvalijaba a los viajeros. No muy lejos del lugar existe el antiguo cementerio de South Mimms, donde yacen los bandidos de aquellos tiempos.
Según el testimonio de varios motoristas, se trataba de un hombre de baja estatura, vestía un traje oscuro y no llevaba sombrero.
Algunos declararon que al pasar por allí les había salido, de pronto, al paso de una persona que alzaba el brazo. Creyendo que se trataba de algún accidente, habían parado, pero a poco el "duende" desaparecía. El párroco de South Mimms, Rvdo. Allan Hay, había declarado que cuando pasaba en bicicleta por allí, surgía una figura que le hizo señas para que se detuviera, pero sintió miedo y aceleró la marcha.
La señora G. L. Comben, tesorera de la obra en favor del Royal Dental Hospital, había declarado que iba conduciendo su auto, en el que iban varios amigos, cuando al dar la curva de un camino secundario que conducía a South Mimms, vio que por entre los rayos de luz de los faros surgió un hombre, que alzó el brazo.
Inmediatamente echó los frenos, pero cuando se dirigió hacia el, para preguntarle que le pasaba, desapareció.
Otras personas que habían pasado por allí en un auto o en bicicleta habían declarado lo mismo que la señora Comben: que un hombre les detenía levantando el brazo, y cuando se acercaban para preguntarle lo que pasaba, desaparecía.
La presencia del duende era la comidilla del día de las gentes de los alrededores.
El Ideal gallego - diario católico, regionalista e independiente - Ano XIX Número 5530 - 1935 abril 7Algunos supuestos duendes parecían ser aficionados al vino y al Whisky.
Un duende asustaba a los clientes de una taberna. Desaparecía con 53 litros de vino. 1946
Niza- Un duende que durante dos semanas había estado dando golpes misteriosos en las cubas de vino de la taberna de Pierre Roumieux, desapareciera con 35 litros de vino. Dos soldados de la resistencia, que pasaban esa noche en la bodega, decían que vieron un súbito resplandor y oyeron continuos golpes o llamadas; dispararon sus fusiles en dirección a la luz, pero, por lo visto, no tocaron al supuesto fantasma. Desde hacía varias noches la Policía había montado un servicio en la taberna, pero el duende, prudentemente, se mantuvo alejado. -(EFE)
El Ideal gallego - diario católico, regionalista e independiente - Ano XXX Número 8918 - 1946 febreiro 14
UN DESAHUCIO BASTANTE RARO - 1959 - por Angeles Villarta
Mr Hetherington era un gentleman que creía en duendes. No tiene nada de sorprendente. Lo raro era que había encontrado un juez que compartía sus creencias. Es posible que creyeran también en los Reyes Magos, pero sobre esto, ni el juez ni Hetherington se manifestaron.
Mr. Hetherington descubrió que la casa donde habitaba con su familia se hallaba encantada por la presencia de los duendes, unos masculinos y otros femeninos, lo cual resultaba extremadamente peligroso porque podían gustarse, contraer matrimonio, tener descendencia y llenar el inmueble de duendecillos y de duendecillas con las consiguientes molestias que forzosamente causarían al vecindario si heredaban el espíritu travieso de sus padres.
Si a Mr Hetherington le preguntaban sus vecinos como se las había ingeniado para averiguar que uno de los duendes era macho y otro hembra, contestaba:
-Muy sencillo, porque uno se llama George y el otro Georgina. ¿Conocéis vosotros alguna mujer que se llame George?
-No...
-¿Y algún hombre que se llame Georgina?
-Tampoco.
-¿Entonces?...
Ante tales razones, los inquilinos aceptaron que un duende era macho y otro, hembra, y ni los más escépticos creyeron que la cosa no estaba suficientemente aclarada, por lo que no llevaron más lejos sus indagaciones absteniéndose de preguntar a su vecino si los duendes les habían enseñado sus partidas de nacimiento o por lo menos, sus carnets de indentidad.
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