Es necesario conocer este antecedente para darse idea del sobresalto que experimentó una tarde de Diciembre de 1934, a eso de las tres, al advertir algo que podía ser la manifestación de otro "duende" como el de Zaragoza.

Hallábase en la cocina de su casa entregada a sus quehaceres, cuando percibió un ruidillo extraño. Al principio creyó que se trataba de un ratón, que roía en cualquier rincón de la estancia. Aguzó el oído y se puso pálida al advertir que el ruidillo aquel partía del interior de la chimenea, precisamente del interior de la chimenea, en el mismo sitio que, en otra cocina en Zaragoza, un "duende" llevaba a cabo sus demostraciones. Pero no perdió del todo la serenidad. Procuró proceder con calma. Bien podía ser víctima de una alucinación y no era cosa de precipitarse. El ruido se hizo más intenso. Parecía que rascaba las paredes de la chimenea, como si alguien se agarrase a ellas con las uñas desesperadamente. La imaginación de la señora Tomasa entró en una verdadera ebullición. Su primer movimiento fue correr al pasillo, donde se contuvo. Se acercó a la chimenea paso a paso lentamente. Y cuando estaba a dos pasos de ella, fue cuando oyó la voz, una voz aparentemente humana, pero seguramente extra-humana, ya que nadie, humanamente, se mete en una chimenea para entablar una conversación.

No sabe exactamente la señora Tomasa lo que dijo aquella voz, porque la conmoción que sufrió no le permitió precisar bien los detalles del caso, sin embargo, le pareció oír estas palabras :

-¡Abran ustedes ahí! ¡Qué mujeres estas! No se puede con ellas. ¡Siempre lo mismo! Seguramente estarán charlando hasta por los codos

No pudo alcanzar el sentido de tales palabras. Podían querer decir cualquier cosa, porque un "duende" no se le puede pedir congruencia para la vida vulgar y menos aún para andar por casa. De todas maneras, la señora Tomasa, que tuvo por cierto que un "duende" se hallaba encerrado en la chimenea, se dijo para sí:

- En seguida te voy a abrir. ¡Para que salgas de ahí!...

Además, que no tuvo tiempo más que para echar a correr al pasillo y continuar por él la carrera hasta salir a la escalera y descender rauda, mientras daba gritos de alarma.

Varios vecinos salieron a su encuentro y trataron de calmarla. La noticia se extendió rápidamente por todas las casas. En pocos momentos se reunieron entre el tercer piso y el segundo hasta quince vecinos, de la finca. La señora Tomasa aseguraba que había oído una voz dentro de la chimenea. Explicó que era una voz un tanto apagada, pero no había podido oírla perfectamente.

Decidieron subir a la buhardilla de la señora Tomasa para concretar el caso hasta donde fuera posible. Cuando llegaron a la puerta de la habitación estaba ante ella, con gesto de impaciencia, Mariano Solana, el deshollinador, con la cara toda tiznada. Había llamado ya repetidamente en la puerta. En cuanto vio a la señora Tomasa, que llegaba en medio de varios vecinos, se dirigió a ella en tono casi airado:

-¡A ver si quiere usted hacer el favor de quitar el tiro de la chimenea para que pueda limpiarla! ¡Siempre estamos lo mismo! Aquí es lo mismo avisar que no avisar.

Mariano volvió la espalda y se encaminó por una escalera de mano, desapareciendo a los pocos momentos por un pequeño lucero que da paso al tejado de la casa.

Todos comprendieron que aquel hombre era el "duende" que había hablado a la señora Tomasa desde el Tejado por el tubo de la chimenea, de tal forma, que, dado lo corto de aquélla, la señora Tomasa pudo oírle perfectamente desde la cocina.

Cuando se enteró la vecindad del truco, rió de buena gana. XD

El pueblo gallego rotativo de la mañana, Ano XI Número 3327 - 1934 decembro 4

Imprescindible para entender mejor el contexto de este suceso :

http://www.terramaxica.es/2024/04/imprescindibles-del-misterio-juanjo.html